"Sin embargo, su incapacidad para respirar más allá del eslogan resta profundidad a una ablución que, en lo musical, tenía ya medio cielo ganado"
G.Sanz, incapaz de a su vez de escribir 'purificación', habla de unos tal Michael Franti & Spearhead.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
"Sin embargo, su incapacidad para respirar más allá del eslogan resta profundidad a una ablución que, en lo musical, tenía ya medio cielo ganado"
G.Sanz, incapaz de a su vez de escribir 'purificación', habla de unos tal Michael Franti & Spearhead.
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l límite de Miguel A. Refoyo se presenta como una obra de autor expuesta (e intrépida) que dota de entidad corpórea (y prolífico verbo) a conceptos en absoluto cinematográficos (de ahí el riesgo) como la "atrición" o "el remordimiento", representados sobre la piel y las arterias de dos estupendos actores, sometidos -por cuenta de un guión fundamentalmente dialéctico- a un tour de force existencial donde lo que menos importa, curiosamente, es el contexto lúgubre (y excelentemente fotografiado; es así, y tengo que decirlo) donde tiene lugar el duelo...
Alegoría moral de tintes redentores, El Limite comienza de forma reposada con una voz en off añadida a unas fotos que, presentadas a modo de diapositivas, nos introducen en el conflicto vital de un joven (Raúl prieto) que se siente estafado por la sociedad que le cobija, a la par que se analiza con tono prosaico y una puesta en escena umbrosa, la gestación de un desprecio atávico cuyo cenit se materializa en la aparición de un oscuro personaje, Fred, y en la relación mentor-alumno que a partir de dicha aparición asumen ambos protagonistas con vistas a que el más joven de los dos acabe convirtiéndose en el brazo ejecutor que las proclamas del primero demandan...
Con esta premisa inicial, no tardamos en introducirnos en la penumbra de un almacén desvencijado, donde el joven pupilo debe hacer frente a su condición de marioneta al servicio de una idea que está a punto de fagocitarlo, momentos antes de que rebase, por primera vez en su vida, la delgada línea roja que separa el pensamiento de la ejecución, el deseo... del acto.
El entramado se complica sin variar ni un ápice alguna de las ideas apuntadas (palabras mayores enmarcadas en un contexto de cine de género entre asesinos que nada tiene que ver con la relación padre-hijo de Max et Jeremy) al mismo tiempo que hace su aparición en escena un subplot de lo más jugoso: el hombre enfrentado a sus demonios internos. Sobre la base de este enfrentamiento dual, van a ir apareciendo conceptos dicotómicos que enriquecen la propuesta inicial hasta que ésta se transforma en una historia de aires bipolares donde Jeckyll se rebela contra Hyde; y más aún, pues no tardamos en descubrir (en un más que interesante cambio de punto de vista insertado en mitad del clímax) que no es Jeckyll sino el propio Hyde quien combate y trata de vencer a su oponente: el único vestigio de vacilación o remordimiento que le queda, y que sabotea y pone en riesgo su objetivo vital: la cruzada psicopática que representa.
Corporeizar el estigma de Pepito Grillo se resuelve como una solución narrativa brillante en un ejercicio de estilo como éste, personificado en un duelo interpares (y con actores diferentes, en la línea de Gonzalo Suárez en Mi nombre es sombra) donde la palabra adquiere tanto o más valor que la imagen, constituyéndose así en el principal reclamo pero también en el mayor riesgo asumido por esta película corta, definitivamente, colapsada por la imparable verborrea de unos personajes enfrascados en una dura pugna cuya gravedad se disipa en la negritud de una estancia asolada por la duda existencial...
Y es aquí donde entra en juego el estilo formal de una cinta que presume de la utilización del claroscuro para construir una atmósfera densa, explícitamente emocional, que sirve de excesivo contexto a una historia no menos densa donde el tratamiento de la imagen no persigue sino la construcción de una fábula expresionista, en la cual la luz y las sombras adquieren un significado per se, subrayando, por encima de todo, el aspecto (falsamente) demiúrgico de Fred, Ángel González Quesada, interpretando un rol que se ajusta a un Hyde ojerizo y conspirador, un reverso tenebroso surgido del otro lado del espejo, incapaz de aceptar cualquier resultado distinto a la victoria.
No es difícil entrever, en fin, referentes conceptuales de la obra de Palahniuk (la destrucción como inevitable germen de un mundo nuevo), Stevenson (sobre cuya teoría bipolar se cierne buena parte de su entramado) o, incluso Freud (que no por casualidad comparte una cierta similitud fonética, quizá inconsciente, con el personaje del mentor)... a lo largo y ancho de este breve ejercicio de cinefilia alegórica. Temas recurrentes (y hondamente ambiciosos, insisto) que hacen de El Límite de Miguel A. Refoyo, una obra vocacionalmente transgresora y sumamente atrevida (quizás, demasiado), que especula sobre diatribas existenciales inabarcables de un solo vistazo, cuando no imposibles en una estructura, como es aquella que la sostiene, de Cine de Género en su modalidad corta.
Le sobran palabras pero no ideas, y el aspecto formal es lo suficientemente contundente como para servir de digno preludio a una personalidad cinematográfica de ascendencia inquieta que tendrá mucho y bueno que decir, únicamente, cuando sepa encontrar una balanza que equilibre el inmenso caudal creativo que atesora el prometedor director salmantino
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Por cierto, me permitiré hacer spam de mi bloj: http://desdelaignorancia.blogspot.com
Saludos a todos.
(2008)
El nuevo disco de Mercury Rev llega marcado por una palabra clave: cambio. La trilogía preciosista formada por"Deserter's Songs", "All is Dream" y "The Secret Migration" deja paso a una nueva reinvención para los de Buffalo. No es la primera vez que lo hacen, ya que antes del alabado "Deserter's Songs", Mercury Rev venían de grabar tres discos que se acercaban mucho más al noise y la psicodelia que al pop cristalino y onírico por el que ahora son más conocidos.
Parece, pues, que estos chicos cambian de rumbo cada tres discos. ¿Será "Snowflake Midnight" la primera parte de la versión electrónica, arriesgada y desafiante de Mercury Rev? Pues a un servidor le encantaría, aunque la verdad es que lo dudo. Pero vayamos a palmos.
La verdad es que sí que es muy apreciable un cambio en la producción de este nuevo trabajo. Las guitarras de Grasshopper suenan ahora casi enterradas bajo capas de un cuidadísimo manto electrónico, y lo mismo les sucede a las baterías y los bajos, para los que en muchas ocasiones resulta difícil distinguir si lo que suena ha sido ejecutado por manos humanas o por circuitos de unos y ceros. Pero bien mirado el cambio no es tan radical, pues la voz de Jonathan Donahue sigue siendo la principal referencia de cada canción, trazando unas melodías que intentan ceñirse a lo "moderno y extravagante" de la música, pero que a mi parecer fracasan bastante en el intento y terminan por convertirse en intentos (a veces anodinos) de aportar algo a unas canciones que, en algunos casos, estarían mejor con menos voz y más ferocidad en la instrumentación.
Y es que tal vez lo que le falta a este "Snowflake Midnight" para ser un verdadero puñetazo sobre la mesa es una mayor dosis del ingrediente renovador, llámesele texturas electrónicas, enrarecimiento de las estructuras de cada canción o, simplemente, olvidarse del concepto "canción". Y no me malinterpreten, porque realmente es de agradecer el esfuerzo y las ganas de transgresión que hay detrás de este disco. Canciones como "People are so Unpredictable" o "Dream of a Young Girl as a Flower"son un auténtico triunfo para un grupo al que algunos ya habían empezado a condenar tras su anterior disco; son canciones llenas de pasajes locos y sonidos apabullantes (mejor a volumen alto, gracias) que, si bien no son nada radical o innovador, sí que demuestran una voluntad de no quedarse atrás y de seguir mereciendo la reputación de un grupo que, a pesar de no haber alcanzado la deidad de unos Flaming Lips, es un referente a tener muy en cuenta. Y todo esto sin olvidar que el super-productor Dave Fridmann no es otro que el bajista de Mercury Rev, por si alguien aún no se había enterado.
Resumiendo, "Snowflake Midnight" es un disco que, sin lugar a dudas, merece que se le preste mucha atención, y no defraudará a todo aquel que lo escuche con el interés que necesita para ser bien apreciado. Mercury Rev nos ofrecen un viaje lleno de sorpresas a través un terreno a veces resbaladizo, pero lo bastante sólido y firme como para que deseemos seguir adelante y disfrutar al máximo de un disco contundente y convincente. Firmamos ahora mismo por que haya dos nuevos discos de Mercury Rev (como mínimo) que completen esta nueva trilogía y que mantengan este espíritu aventurero y de superación que tanto cuesta de encontrar en los grupos consagrados.
Para los seguidores de la banda y los curiosos, sepan que "Snowflake Midnight" tiene un hermano que se llama "Strange Attractor", un álbum 100% instrumental electrónico que parece ser una recopilación del material sobrante tras la construcción de las texturas y "soundscapes" electrónicos que han sido utilizados en "Snowflake Midnight".
Ricard Rius"
Mi lado gafapasta y pagafantas exige por cierto que aclare que ningún circuito está hecho de unos y ceros, sino de diferentes metales y plásticos (los unos y los ceros es la forma de manejar y almacenar la información...)
Xispo
"reencuentro dócil y sereno con los cuatro protagonistas. Los guiones siguen allí como siempre, haciendo diana en el centro mismo del chiste", "una dupla muy eficaz", etc…
"con un enorme control del tiempo. Los flashbacks dinámicos, cortos como un regate de Messi". " Y logran sacar petróleo de ese pedazo de carne asada."
"hermosísima Robin".
"en versión original, sin doblaje"