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29 de diciembre de 2011

La playa como figura constructiva del vacío

Una de las minas menos explotadas en Cultureta Watch es el de los profesores de arquitectura satánica, en el que auténticas vetas de pedantería insondable y abstruso rococó -un tanto chirriante con el mandala racionalista que parecen defender- envuelven un vertiginoso vacío (ahora sí) que se trata de implantar en los cerebros lobotimizados de los mansos cobayas que asisten a las Escuelas de Arquitectura donde, evidentemente, lo que se imparte es el satanismo más atroz. En este caso, el mantra se entonó desde un púlpito de conferencias en Lanzarote en abril de 2011, aunque probablemente las fuerzas reactivas provocadas por las dosis cósmicas de vergüenza ajena desatada repercutan ahora caóticamente algo más lejos, en la Isla del Hierro. Veamos en todo caso el insigne ejemplo de Juan Ramírez Guedes, profesor en la ETSALP y comprometido intelestuá y arquitecto, explicando a la chusma iletrada lo que es una playa. Dejad el cubito para la arena, la pala y el bronceador a un lado, y atended a la buena (o mala) nueva satánica:

La playa como figura constructiva del vacío

Juan Ramírez Guedes

El espacio público contemporáneo ya no puede ser entendido sólo en los términos tradicionales del espacio de la representación, del espacio del emblema y la construcción simbólica.

Otras formas y otros tipos de espacio, en la progresiva metamorfosis de la metrópolis y su difusión y en la emergencia de la categoría de paisaje que impregna reticularmente todas las formas de organización del espacio contemporáneo, han venido a reconstruir una idea de espacio público, una más compleja categorización de estos espacios de lo colectivo. Ya no son sólo la calle, plaza o el parque tradicional, los lugares de lo público; otras piezas espaciales más informales (el descampado, el intersticio, los espacios intermedios indefinidos y también la playa) contribuyen a la formación de una idea más abierta y tensa del espacio público.

Estos espacios reúnen a su vez en sí mismos una multiplicidad de escalas referenciales, espacio-temporales, como encontramos también en muchos cuadros de De Chirico, donde junto a anónimos elementos cotidianos, hallamos otros de diferente uso, categoría y grado de capacidad representacional y el vacío como elemento consustancial de espacio público, el paisaje lejano y, en fin, el horizonte. Cada uno de estos elementos o componentes presentes en lo que podríamos llamar como Serlio escenas, otorga una escala, una vibración, una referencialidad distinta, un tiempo, una diversidad de tiempos, desde el instantáneo de la movilidad en la calle a la visión lejana de una montaña, del mar, de tiempo lento, casi inmóvil o tal vez recurrente, de casi no-tiempo.

Es esta presencia de lo lejano, lo lento, lo no-temporal, en los términos del cronograma metropolitano, lo que al espacio público le otorgan sus componentes no inmediatos, inasibles, haciéndolo saltar en su implicación urbana a una escala superior; una particular geometría que vincula paisaje y espacio, aquella que haría corresponder a una mayor profundidad de campo visual la necesidad de gravitar sobre una mayor acumulación de vacío; es decir: la escala del paisaje tiende a condicionar una determinada escala del espacio libre receptor de su vivencia; el vacío, a través de sus figuras constructivas (el descampado, el intersticio, los espacios intermedios, la playa), asume un papel redefinidor de la caracterización del espacio contemporáneo: el espacio público contemporáneo como vacío.

En el caso de la playa como figura constructiva del vacío, podemos encontrar algunas cualidades o características específicas, entre las que podemos citar:

-La horizontalidad.

-La presencia de lo no finito. La escala inconmensurable del espacio.

-El carácter abstracto del paisaje marino. La línea del horizonte.

-Lo abierto.

-El cambio cíclico de su geometría, forma y dimensión. Metamorfosis continua.

-Lo informal.

-El movimiento y la fluidez.

-La configuración virtual dinámica del espacio a través de la movilidad de la luz y de la sombra.

-La presencia perceptible de la energía y las fuerzas inmanentes en la naturaleza.

-La percepción del tiempo: el tiempo circular.


Este texto es un extracto de la conferencia del mismo título pronunciada en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote, MIAC.



¡Saludos!

ENVIADO POR: Jesús Vicente Martínez

13 de diciembre de 2011

Hipnagógico Vintage

Esta crítica, publicada en el Cultura/s de La Vanguardia del 30 de Noviembre del 2011, y firmada por Luis Costa (tal vez pariente de nuestro inefable Jordi) es ejemplo de varias cosas:
- La primera sería ver como el crítico se autodesmarca de una corriente de pensamiento en la que se pone a caer de un burro, una obra anterior del artista citado, para demostrar que él ya decía que molaba antes de que se hiciera famosete. El crítico se autoafirma como líder de pensamiento oculto, como un creador de opinión que ha sido ignorada por la masa imbécil y acrítica que no mira más allá de lo que aparece en sus blogs, revistas y gacetas de moda.
-Por otra parte, el mentado Luis, se incorpora al si no sabes hablar de música o hacer una reseña no importa, mete palabros grandilocuentes y poco usados para que la masa se sienta imbécil, aunque no tengas ni tú mismo idea de lo que significan. Son muy frecuentes en este estilo buscar calificativos paradójicos, o antónimos como neo-vintage, retro-futurista, mutante o como en el caso que nos compete hipnagógico-vintage. Hipnagógico, por si alguien no sabe lo que significa, son visiones producidas en un estado entre la vigilia y el sueño, y que se producen porque el cerebro todavía no ha desconecatdo de la realidad mientras que el resto de funciones corporales sí que lo ha hecho. Así que me gustaría que alguien me explicara que relación tiene una visión hipnagógica con lo vintage. ¿Acaso con este disco ves imágenes de tus padres yendo de guateque con música de los Diablos antes de dormir? ¿Ves a la gente con pantalones de campana diciéndote buenas noches? Luis Costa, si por acaso leyera esto, explíquemelo que estoy en un sin vivir.

En fin, voy con la transcripción de la crítica:

JOHN MAUS We Must Become The Pitiless Censors of Ourselves
Pop Retrofuturista

Ahora que parece que este disco de John Maus viene gustando, uno no puede evitar acordarse, no sin cierta tristeza, de la dureza con que se despachó en su día, cuatro años atrás, su segundo disco Love is Real. Hay que decir que este nuevo disco no se diferencia en lo esencial de aquel otro, y si los postulados retro-futuristas basados en el post-punk y el primer techno pop menos evidente son buenos ahora, deberían haberlo sido entonces también. Dicho esto, no hay duda de que Maus está aquí inspirado, ya desde Streetlight, tema de disco mutante con reminiscencias a Kraftwerk que abre el álbum, hasta el que lo cierra Believer tan new romantic, tan The Cure. Entre medio, otras diez canciones de excitante sonido hipnagógico vintage que da forma a una de las propuestas más personales del actual pop independiente. LUIS COSTA

Enviado por: Milgrom