Blog abierto a TODO EL MUNDO. Si quieres enviar una crítica pedante vergonzosa que hayas encontrado, éstas son las instrucciones.

26 de julio de 2013

Berebere Sound Studio

No, si ya cuando vi esta vacuidad de película el año pasado sabía que era pasto de crítica cultureta. Y, efectivamenre: CardinalXiminez nos manda esta maravilla de la escritura quécoñoacabadeponerestetío:

Del blog The Sky Was Pink, del joven Álvaro Albonés

la narración musical se da en lo matérico del «error/ruido»
Berberian Sound Studio, de Peter Strickland

(Empezamos en primera ya desde el título. La minúscula al principio es tal cual aparece en la web) 

Si entendemos la música como un acto físico, deberíamos partir de su reductibilidad a la longitud de onda que produce una cierta cantidad de ruido, de información inoperante, que dificulta nuestra capacidad de concentrarnos en nuestros cálculos. Un acto inútil. Por fortuna, dejando de lado el evidente valor de la física, el mundo en tanto humano ha encontrado en la música una serie de contenidos que van más allá de la pura definición técnica de su constitución: en la música hay un componente sentimental concreto, una capacidad particular de evocación que va más allá de la forma pura de evocación: ciertas armonías, melodías o composiciones evocan ciertas disposiciones mentales o mundanas particulares; no existe canción que no sea un correlato objetivo del mundo, o al menos del mundo de aquel que lo escucha. La música es un acto de creación ausente de toda abstracción, de toda posible idealización de su contenido, ya que su narratividad se sostiene bajo su capacidad de crear condiciones matéricas, pero no materiales, del mundo. Igual que el escultor trabaja la piedra o el actor el cuerpo propio, el músico trabaja el ruido.

(Vamos: que la música mola y resulta de trabajar el ruido. Podría haberse ahorrado todo un párrafo)

El mayor problema, que sería a su vez su mayor virtud, de Berberian Sound Studio sería pretender plasmar lo matérico particular en lo material general: Peter Strickland pretende traducir las posibilidades de la música en el espacio material de la imagen. Su propuesta inane, vaciada de toda narratividad —ni se arroga a una musicalización de la imagen ni a la pictoricidad de la música; va bebiendo de ambas sin decidirse, quedándose en tierra de nadie—, nacería de la imposibilidad física de la traducción que propone; incluso en el mejor de los casos, el sonido siempre nace a partir de una inmaterialidad que le es ajena al hundir las manos en el barro propio del cine.

El resto es igual de impresionante. Terminen de leerlo aquí.

8 de mayo de 2013

The Cure en River: La cura por hipnosis

Les dejo un artículo de la Revista Rolling Stone, edición argentina, acerca de la acutación de The Cure en el estadio de River Plate, el 12/4/2013.

Cuando iba por "Detrás del grupo pasan escenas de un bosque relampagueante y la canción se va devorando a sí misma, entre el loop y el mantra, en la noria sinusoidal de la pared de efectos" ya vi que era material claro de Cultureta Watch.


" Es ahora. Es ahora o nunca. La puerta del tiempo se abre así, tan clara y evanescente como un sueño muy de vez en cuando. Hay algo cifrado en esa línea de bajo elemental y rotunda (la equivalencia pos punk del vicioso riff de "Humo sobre el agua" de Deep Purple) que te lleva puesto, un expreso a los ojos ciegos bien abiertos de la noche de los ochenta. Hasta hay algo atávico de la Era Industrial en esa especie de último llamado del expreso cuando The Cure invita a partir (a "viajar lejos" como prometían Los Pillos) al presente del pasado (porque es eso: suena ahora) sugiriendo, amagando el abracadabra de "A Forest". La cura por hipnosis, al fin, resulta. Detrás del grupo pasan escenas de un bosque relampagueante y la canción se va devorando a sí misma, entre el loop y el mantra, en la noria sinusoidal de la pared de efectos.


Es la canción que dice casi todo sobre este invento que se mantuvo en pie para terminar su show en paz (como un espíritu atrapado entre la tierra y la eternidad) veintiséis años después de la petit catástrofe de Ferro.


¿Tocaron "A Forest" entonces? Seguro que sí. Pero la amenaza de violencia que flotaba en el ambiente y su posterior concreción hicieron de la primera vez de The Cure un tembladeral arriba y abajo del escenario. Nada que hayan tocado entonces pudo sonar como lo de este viernes 12 de abril. La noche de las narices frías de River completó el encantamiento pendiente de la noche de los bastones largos (no es metáfora, los machetes de la montada se hicieron sentir en las espaldas de los chicos que escapaban de la razzia) de Ferro. Fue aquél una especie de Ezeiza pos punk. El líder absolutamente confundido sobre el escenario y las facciones estéticas (punks, darks, skins, heavys) disputándose entre sí vaya a saber qué, con la policía (la policía de 1987 mantenía vivo el aliento de rotweiller caza sediciosos) agazapada para el escarmiento.


Lo que dice Simon Gallup, con un insólito estilo teddy boy, con su bajo acaso sea la traducción al lenguaje de lo inefable de lo que canta Robert Smith. "Oigo tu voz.llamando mi nombre.profundo.oscuro". La traducción no le hace justicia porque la palabra es "dark" y es lo que define el mundo simbólico que orbita en torno a Smith, una muñeca antigua atrapada en el cuerpo de un hombre de cincuenta y tres años. Mash up del Joven Manos de Tijera de Tim Burton con Liz Taylor; Marc Bolan maquillado por las cosmetólogas de Antonio Gasalla; nuestro Elvis-alplazolam al fin.


The Cure es la obra maestra de un Hikikomori (los jóvenes japoneses recluídos en sus dormitorios) inglés. Entre 1979 y 1986 (en River sonó casi completa la esencial colección de simples Standing on a Beach) terminó de edificar su playroom al que completó con algunas extensiones (no mucho más allá de Wish, de 1992). Ese cuarto oscuro, dark, ha resultado modélico para millones en el mundo que pueden espiarlo a través de los discos y de los shows en vivo de The Cure. Smith, a diferencia de Bowie, no quiso o no pudo imponerle a su público la revolución permanente del cambio. Madura con su carota de mármol y esos mechones de sauce llorón haciendo de la guitarra un soliloquio interior (es el anti-Hendrix en ese sentido). Cuando la deja columpiándose sobre su vientre para concentrarse en lo que canta (arrulla o maúlla: gato) sus ademanes son los de un niño aferrado a un muñeco imaginario o los de un demente tratando de liberarse del chaleco de fuerza. ¿Patológico? Un poco.


The Cure, el invento, el cuarto sin paredes del Hikikomori inglés, es sobre todo un sonido. Eso es lo primero que se percibe cuando el grupo termina con la larga ausencia (recuerden que hasta hubo un petitorio de sus fans argentinos para que volvieran) porteña. Ya en el comienzo, tan paradojalmente cristalino, cuando pasan "Pictures of You" o la sensual "Lullaby" (del último disco verdaderamente significativo de Smith: Disintegration) se hace patente la concurrencia de texturas oníricas. Las guitarras en cascada, la omnipresencia del bajo, las líneas vaporosas y minimalistas del sintetizador, la batería sádicamente amarrada, sin posibilidad de escape. Todo eso configura un flujo sedante que atraviesa la noche como un misil de morfina.


Sin embargo, una travesía tan larga con una discografía que llegó hasta ahí (1992) y luego se detuvo en la repetición de gestos tiene su necesario espejo en el vivo. A pesar de su nombre, Smith no cura, en el sentido museológico, digamos. Las tres horas y pico tienen media hora de tedio donde todo lo original del "sonido" se prueba también remanido e insular. Una isla a la deriva con un náufrago que quizás pasó demasiado tiempo hablando solo.


La ensoñación pop ("In Between Days", "Friday I'm in Love") o el dinamismo ("A Forest", siempre, "Boys Don't Cry") siempre le ganan a esas marchas a paso de mamut donde el grupo (que ahora suma al efectista ex Bowie Reeves Gabrels) intenta probarse como "banda de rock". No es que se les pida un smorgasbord de hits sino que la traslación que hace Smith del efecto "zapada" nunca despega. Es una nave espacial con problemas en el encendido eléctrico. Nada más. Nada que conspire demasiado contra "el sonido".


Parte fundamental de "el sonido", siempre módico y dramático, está en la voz de Robert Smith que se mantiene expresiva durante el largo show del regreso porteño. Radica allí otro misterio de The Cure. Casi sin rastros de negritud (a pesar de lo "dark" y de ese funk sin groove en el que gusta probarse), Smith transmite un efecto soul. Soul de la desolación, soul desolado, se diría. Acaso haya que repasar en esos cruces pos punk para encontrar su carácter muy cerca del de Kevin Rowland, el iconoclasta cantante de Dexys Midnight Runners. La diferencia es que mientras aquel hacía honor a la tradición británica del Northern Soul (una escena motorizada por disc jockeys fetichistas de Manchester y más arriba), este traduce eso de Northern Soul en Soul Nórdico directamente. El playroom de The Cure es frío y la palabra más recurrente en su lírica es "Tonight", la larga noche boreal.


¿Hay que decir que la espera valió la pena? Sí. ¿Qué la casa está en orden? También. Por Udaondo se aleja satisfecha una muchedumbre mucho más standard que aquella puntiaguda, ansiosa y hasta lumpen de Ferro. La policía conversa amigablemente con los vendedores de remeras que se esfuerzan como barítonos y sopranos en una ópera bizarra y callejera.


Veintiséis años es mucho tiempo, aunque la cultura pop se esmere, en tándem con la tecnología, para comprimirlo. Lo que trae la versión rabiosa de "Killing an Arab", donde se evidencia el amanecer punk de Smith, no está tanto en este gentío que pagó por su sueño (nostálgico o testimonial) sino en los punks tardíos y reventados que juegan a Cemento en la puerta del Salón Pueyrredón, cerca de Pacífico, donde sus hermanos mayores ya adaptados se acomodan para comer pizza."

Fernando García

ENVIADO POR: Goma de Pan

19 de abril de 2013

Un G. Sanz, que hace tiempo que no pongo ninguno

Nuestro amado G.Sanz en estado de gracia. De gracia que hace leerlo, claro. Por mucho que ya nadie mande nada para este blog, no me resisto a actualizarlo para que todo el mundo pueda leer esta maravilla en la que habla de último disco de Davendra Banhart:

Se trata de un sonajero que se cimbrea entre el pop pre-Beatles y la tropicalia, entre el glam de T.Rex y el lo-fi electro, entre el pastiche de Frank Zappa y el folk de alta digitación. Revitalizado en el amor de la fotógrafa y diseñadora Serbia Ana Kras, con quien comparte la muy sexy Your Fine Petting Duck, el Niño Rojo se divierte cantándole a la mística Hildegarda de Bingen, recordando la cola de un concierto de Suede o fusilando el riff del clásico reggae Uptown  Top Ranking. Bendita dispersión.

No tengo palabras. Lo del sonajero es empezar en quinta,  pero ya el folk de alta digitación casi me ha causado un ictus. Del que me he recuperado al
comprobar la maravilla de meter en el mismo párrafo que a T.Rex a Hildegarda de Bingen. Bendito G.Sanz.

8 de marzo de 2013

El Atlas del retrogaming

Soy muy fan de usarcedes y les sigo en todas sus iniciativas bloggísticas. Hoy leí esta crítica de cine sobre la película 'El atlas de las nubes' y me dije: ésta va que ni pintada para Cultureta Watch.

Fue leer lo siguiente: "Adaptación de las novelas firmadas por David Mitchell, El Atlas de las nubes funciona bien como aborto multi-místico del retrogaming" y caí enamorado. No sé quién es el tipo que lo escribe, pero hablarme de abortos multi-místicos del retrogaming, me pone bien burro. ¿Debo hacérmelo mirar?

Ahí os va el enlace y si queréis lo publicáis:


Enviado por: Enrique  (Mi blog que ya no actualizo es:"Cúmulo de despropósitos" www.kikewan.blogspot.com), y solía firmar como Harry Reddish

12 de febrero de 2013

Rock de Lux: esa mina

Francisco Fernández nos manda este extracto de una crítica de Santi Carrillo para ESA revista de música:

Tras tres párrafos normales, Carrillo se descuelga con el siguiente tocho metafórico-alegórico sobre Michael Gira, factótum del grupo Swans:

"Desde entonces Gira alterna el ruido más terminal y la salmodia mántrica más turbadora en una suerte de letanía fúnebre cantada por un predicador desde el mimo horno del infierno; la crispación y la serenidad alternándose en gemas largas, en forma de ola que persiguen, a través de capas y capas de sonido, una definitiva y sagrada calma final. Por eso, con su pornografía auditiva sumando adeptos para la causa de ese rock sin artificios, sobrevuela la sensación de un Michael Gira convertido en un anticristo del rock que utiliza carnaza de su profunda belleza para su sórdida música: sexo y religión, con el foco puesto en los siete pecados capitales, la muerte y la redención. Y también lirismo y amor puro con un cierto punto de iluminación mística"

¡TOMA YA!

29 de enero de 2013

Los Miserables: Potente y omnipotente

Pues andaba yo pensando en cerrar ente bloj paralelo por falta de colaboración. Y porque yo mismo ya me huelo los sitios y personas más propensas al culturetismo crítico y suelo evitarlos. Pero nuestra lectora Irene nos envía esta maravilla con ánimos de continuar con esta empresa tan lamentable. Quién sabe. Lo mismo tiene su propia sección en la anunciada nueva web de Vicisitud y Sordidez que nunca llega. Lo mismo no. Lo mismo me depilo el escroto... tantas decisiones por tomar...



Irene dice:
Me gustaría compartir con vosotros esta crítica que he leído de la película "Los miserables", para vuestra consideración en el blog "Cultureta Watch", blog que me parece necesario recuperar, al menos de vez en cuando. 


CRÍTICAS: LOS MISERABLES
Escrito por Maldito Bastardo
Llegó por fin el momento de abrir nuestro regalo por adelantado de Navidad: la adaptación cinematográfica de Tom Hooper de uno de los musicales más grandes de nuestro tiempo.

Arropado por un manto compuesto de cientos de premios y las lágrimas de David Fincher por empapado sombrero, el director de El discurso del rey desea instaurar una nueva académica monarquía cinematográfica sin discurso que valga. En la adaptación al celuloide del mítico e inmortal musical quiere ubicarnos en un divino trono y punto de vista para sentir empatía con los aires de grandilocuencia y superproducción naufragadas en abismos digitales. Es excelente que un director trate al público como Dios… hasta que el sacralizado público se da cuenta que en ese pedestal ya pisó antes Tom Hooper y somos meros invitados de su presunto y potente-omnipotente reino y tesoro.

Nunca he podido ver entero el musical de Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil porque la primera canción, ’Look Down’, me parecía una copia del ‘Aihó, aihó’ de los siete enanitos y me entraba un ataque de risa. Siempre me expulsaban y todos sabemos que ir a un musical es más que un burdel —consumiciones incluidas—. Después de superar todos mis traumas —y deudas—  me encuentro atado a la cuerda con la que me arrastra Hugh Jackman hasta su look geólogo-de-Prometheus.

(...)

Yo siempre había divisado la novela de Victor Hugo como el retrato de la humanidad, perdón y redención para luchar frente a la injusticia, pero aquí todo parece una revisión de una rebelión ‘cantada’ por un partido de la extrema derecha conservadora. Podría ser interesante visualizar los paralelismos que podemos extraer en ‘motines’ del pueblo como la primavera árabe, el 15M o Occupy Wall Street. En que el aumento de la pobreza y acentuación de marchas zombis reales por las calles a golpe de desahucios y crisis insostenibles, que paga siempre el pueblo y los más pobres, derivan a la rebelión… Por el contrario, Los Miserables acaba en un costoso anuncio musical de ‘cristofreaks’ que luchan por ser ‘perroflautas’. O al revés… aunque poco importa.

Vale la pena leer la crítica entera aquí, porque además se dedica a intentar hacer chistes y todo:  http://cinemaadhoc.info/2012/12/criticas-los-miserables/

Enviado por: Irene Fernández

20 de mayo de 2012

Encriptadas de vals

Como últimamente nadie me manda nada para poner por aquí, tendré que recurrir a alguien que nunca falla: nuestro gran amigo G.Sanz. Últimamente había pensado en no poner más textos de ente onvre. Sobre todo cuando me enteré de que cobraba la muy poco estimulante suma de 20 euros por crítica. Me dio un poquito de cosa.

Pero soy un cabroncete, así que:


HIDROGENESSE: UN DÍGITO BINARIO DUDOSO. RECITAL...

Tras producir el muy revelador Vigila el fuego de Lidia Darmunt, los catalanes Carlos Ballesteros y Genís Segarra celebran el centenario del científico Alan Turning dedicándole un homenaje bien concebido, mejor documentado y extraordinariamente resuelto.

(Un primer párrafo normal... ¿se estará ablandando G.Sanz?...¡NO!)

La vida y milagros del matemático británico, profeta de la informática, padre putativo de la inteligencia artificial y héroe de guerra abocado al suicidio por su condición de homosexual en la Inglaterra de los 50, desfilan por ocho canciones que, encriptadas de vals, swing o chachachá, se extienden a lo largo y ancho del Computerwelt que Kraftwerk inventó. Sintetizadores, el piano que cuenta la historia del mundo y un solo de bocinas de Roc Jiménez (Evol) para la reconstucción de Un Mystique Determinado en un álbum, el primero de material inédito desde Animalitos (2007), autenticado de sensibilidad y verdadera emoción.

Sanz nos muestra que se documenta sin importarle lo larga que pueda ser la frase. A continuación, aplica la técnica de 'llevar la metáfora al absurdo' con un bonito 'encriptadas de vals' que me ha llegado al corazón. Lo de destacar un solo de bocinas queda muy Harpo Marx, pero mi momento favorito es el uso de 'autenticado'. Porque, qué coño: ¿para qué usar 'autentificado', que lo entiende todo el mundo, cuando puedes tirar de sinónimo mucho más oscuro?

Si es que se gana todos y cada uno de los 20 euros.

9 de mayo de 2012

El I-Wine

Llevo un tiempo queriendo escribir un post para Vicisitud y Sordidez sobre toda la poca vergüenza que es el ridículo mundo de esos que se llaman a sí mismos 'enólogos'. Porque todo queda mejor y respetable con un sufijo griego.

Sin embargo, no he sido capaz de encontrar unos buenos estudios científicos en los que basarme para dar leña con criterio, por lo que he decidido abandonarlo por ahora. Pero no puedo dejar de mostrar al mundo esta joya que compartió conmigo nuestro adorado Supersantiego. Agárrense el refajo, que el gilipollómetro no sólo dejará de funcionar, sino que se suicidará tragándose sus propias pilas:

La cosa comienza con el nombre más osea de la historia de los vinos (me niego a decir "caldos" por miedo a que mi lengua haga causa común con mis dientes para suicidarse):

De la bodega de Paco & Lola, llega el iWine, un albariño 100%, elaborado con nieve carbónica y un exclusivo diseño que recuerda a un reproductor de música. Como dicen sus creadores "es más fácil describir un vino con un tema musical de Mika, que con unas notas de cata aburridas que nadie lee"

Sin embargo, después de hablar de esas "notas que nadie lee", amplían la información. Ahora viene lo bueno:
A la vista presenta un color amarillo pajizo pálido con reflejos verdosos muy limpios y brillantes.

Aromas de muy buena intensidad y finura en nariz, fruta blanca madura (manzana, piña), bien arropado por frescas notas florales (acacia) y delicados dejos balsámicos. Un conjunto armónico que define bien el carácter de la variedad.

En boca es sabroso, carnoso, con una viva y fresca acidez, muy bien equilibrado, pleno de matices aromáticos de gran finura y elegancia con un final de boca donde sobresale una gran estructura que le da longitud y profundidad.

Lo de "en la boca es sabroso, carnoso" me parece de un porno sublime, pero lo más fascinante es mezclar eso con la manzana, la piña y las acacias, lo cual ha de dar como resultado algo que no sé a qué sabría, pero que seguro que sigue la teoría de Joey en Friends al respecto a las comidas en aquel episodio del Trifle de Rachel ("¿Cómo no me va a gustar? Natillas, bien; mermelada, bien; carne, bien").
 
Por supuesto que todas las críticas de catas son igual de atchonburike. Pero ésta une de una manera ultraterrena nombre hipster del vino con el usual comentario pretencioso, creando un texto con aromas a imbecilidad y un suave ataque al padar de toques de gilipollez (esnobismo y cuturetismo), que dejan un regusto a ganas de limpiar la base genética de la sociedad.

6 de marzo de 2012

J.P.Bango, ese titán, nos trae fúmbol, frases interminables y paréntesis



Hace poco he descubierto a J.P.Bango, autodenominado Cronicón Cinéfilo. Tiene blog propio (http://bango.blogia.com/) y también escribe en SeptimoVicio.com.

Veo que ya ha salido por aquí antes pero no se le ha prestado la debida atención: estamos ante un titán que a veces llega a niveles gesánzicos o jordicostianos.

Su tema es el Cine, siempre con esa mayúscula ahí, aunque eso no impide que muestre otras inquietudes... como en el arranque de un post titulado 'Los buenos y los malos' en el que habla de fúmbol:

Es una lucha implacable y no tiene visos de terminar, tampoco este año. Real Madrid y F.C. Barcelona han terminado por asentarse como los dos equipos de fútbol más poderosos de Europa; lo han sido en cuanto a presupuesto y lo han sido en cuanto a potencial y aspiraciones; desde hace poco más de un año también lo son en cuanto a rendimiento, fundamentalmente debido al carácter, insaciable, de sus entrenadores respectivos. Uno representa la dinámica, la épica, la constancia, la determinación; el otro representa la solidaridad, la lírica, la avidez, el compromiso; uno y otro se retroalimentan, se desafían, se mejoran. Aún subsumidos en el epicentro de un torbellino, imparable, en el que sólo uno de los dos puede resultar victorioso, ambos equipos (y entrenadores) encuentran en el oponente un espejo deformante, un rival a su altura, y se esfuerzan en dar todo lo que tienen, o dan de sí, para superarlo. Alimentando su condición duopolista, hallan estímulos suficientes para seguir adelante, para ser mejores. El ganador lo hace para perpetuarse en la victoria; el perdedor lo hace para revertir el estado de las cosas. Y no sólo ponen (mucho) dinero, (negociadas) recalificaciones, (exquisito) talento, (irreverente) pasión y (lógico) trabajo en el intento; también ponen (denodado) empeño. Así las cosas, cada año resultan obsesivamente más competitivos, cada año aspiran a más (y más quieren): no es mal ejemplo para un mundo, el del fútbol, particularmente habitado por veinteañeros y treintañeros a los que les sobra todo, especialmente despreocupación y dinero.

Las negritas son mías. Aunque cueste creerlo, no es lo más recargado y florido que ha escrito. Tiene párrafos como el siguiente. Una frase, 9 líneas, 7 paréntesis:

Es Dharma Guns una película que se define a partir de una apostura visual desbordante (composiones de plano, uso de la cámara, fotografía expresionista...), convenientemente aliñada con no pocos y (muy) afortunados insertos musicales y sonoros (sin lugar a dudas, lo mejor de la película), continuamente lastrados por un argumento tan intensamente irrelevante (el mundo del celuloide está repleto de películas con argumentos inanes pero profusamente adictivas y geniales) como sesudamente pretencioso y, no por casualidad, preñado de constantes alusiones a la muerte (y/o a la reencarnación), ya sean de origen budistas, lovecraftianas o, incluso, mitológicas (con el PERI EM HERU egipcio como indudable referente); todo ello a pesar de su apariencia tech-noir-revolucionaria (de perfil bajo, aún existencial).

Me declaro fan de este señor y le doy las gracias a él, a gesanz y a jordicosta por todo. En serio, me asombran y alegran el día a partes iguales.

Enviado por: V the Wanderer

5 de marzo de 2012

No nos merecemos las estrellas

Una nueva reseña musical publicada en el numero 503 del suplemento de La Vanguardia, Cultura/s


The War On Drugs
Slave Ambient
Estilo: Folk Rock Es esta una guerra contra los estupefacientes muy distinta de la instaurada por Nixon para clausurar los libérrimos 60. Más bien una pugna para, amontonando texturas atmosféricas y diferentes esbozos de una misma idea, llegar instintivamente a temas que, congelándose en el momento, refulgan (sic) como cascadas de estrellas sobre un mundo que no las merece. Adam Granduciel, alma del grupo de Filadelfia, busca la esencia de un sonido que se quiere urbano, y al tiempo celestial, atisbando el reverso de la música tradicional americana. El primer tema, Best Night, parece la etérea variación sobre una ignota balada de Springsteen. Brothers, suena a Tom Petty en algún ralentizado universo paralelo. Pero hay pasajes que podrían ser Spiritualized o Popol Vuh; letras y músicas que van contagiándose hasta adueñarse de tus horas. Capas y capas de guitarras tintineantes, ritmos soterradamente vivos, la voz nada forzada, se conjuran en alivio para quien sospeche de los desastrados cantautores actuales pero tenga ya aburridos a los clásicos.
Ignacio Julia.

Enviado por: Milgrom

2 de marzo de 2012

El membrete del colegio

John Talabot
Fin
Permanent vacation

Enrolado en el dúo de DJs The Requesters bajo el alias D.A.R.Y.L. y miembro de la troika Hivern Discs, el barcelonés Oriol Riverola ha pasado de agitador del clubbing nacional a auténtico maestro del vértigo. Desde que hace tres años se decidiera a producir con el membrete de su colegio como insólito nom de plume, no conoce la derrota: cuatro maxis y una secuencia de remezclas encabezada por The XX, Glasser y Shit Robot que desembocan en un debut a la altura de las expectativas generadas por la web musical más influyente del planeta. Entre Caribou, Four Tet y Animal Collective, nuestro héroe enmascarado devuelve su deuda fundacional con el pop bailable y -ayudado por el madrileño Pional- el house de Chicago, dejando un hálito de melancólica nostalgia y pruebas inequívocas de su enorme talento.

Firmado por ... ¿quién? ¡Todos juntos! ¡El inigualable G. SANZ!


Enviado por: Paco Fox

29 de febrero de 2012

La Margen Izquierda de los ochenta

La verdad es que la mayor parte de los artículos de JotDown podrían elegirse, pero hay detalles muy a resaltar.

http://www.jotdown.es/2012/02/gonzalo-vazquez-el-imbecil-digital/

El artículo, bueno, pero la fotico con foto en blanco y negro del intelectual filósofo contemplando la Gran Manzana con la siguiente leyenda no tiene precio:

"Para Gonzalo Vázquez (Barakaldo, 1973) el Bronx no es peor que la Margen Izquierda de los ochenta. Ni siquiera más negro. Tan sólo más fiel a su pasado. Y por esa misma infidelidad quiere aquí escapar al baloncesto, motivo por el que su nombre, su periodismo, es cosa de culto, dicen, en la red de redes. "


Eso sin contar con bellezas del estilo "Margen Izquierda de los ochenta". Ya sabemos que hay mapamundis de Bilbao, pero además de ser confusa la frase, puede que haya algún hispanohablante no español u otro despistado que no lo entienda. Parece como si los años ochenta tuviesen una enigmática margen izquierda. Lo del baloncesto no me he coscao. Lo del culto, esperemos al menos que sea satánico.

Enviado por: Supersantiego